jueves, 15 de abril de 2010

DOS HACEDORES DE MILAGROS

Giacomo da Varazze / Cuento agádico
(originalmente publicados como Cuentos paralelos en ARR N° 4)

I) El milagro cristiano

La hija de San Hilario, Apia, quería casarse, pero un sermón de su padre la decidió a permanecer en estado de virginidad. Entonces San Hilario, temiendo que llegase un día en que Apia flaquease en su resolución, rogó al Señor que se la llevase consigo, en vez de dejarla vivir por más tiempo en la tierra; y así fue como ocurrieron los hechos, ya que, pocos días después, la joven murió e Hilario la enterró con sus propias manos. Entonces su ex mujer, madre de la bienaventurada Apia, le rogó al obispo que obtuviese para ella la misma gracia que había obtenido para su hija. Así lo hizo San Hilario y, con su plegaria, la envió derecho al cielo.





II) El milagro judío
Rabba y el rabí Zera festejaron juntos el día de Purim*. Rabba se emborrachó tanto que mató al rabí Zera.
Habiendo cobrado conciencia de lo que había hecho, Rabba, al otro día, imploró al cielo con tal fuerza que rabí Zera resucitó.
Al año siguiente, Rabba le pidió a rabí Zera que volviese a celebrar con él el festín de Purim. Y el otro le respondió:
—Lo siento por este año, pero los milagros no ocurren todos los días.

*El Pourim es una fiesta que conmemora el salvamento providencial de los judíos de Persia, gracias a Esther. Según los Sabios, se recomienda embriagarse en ese día.

Traducción del francés de Miguel Ángel Frontán

 
 
Las fuentes
 
I) Giacomo da Varazze (Santiago de la Vorágine)
 
No fue su Chronica Civitatis Ianuensis, tan apreciada por los historiadores italianos, la que hizo que Giacomo da Varazze (1228 - 1298), arzobispo de Génova, fuese uno de los escritores europeos más leídos durante más de tres siglos, sino la Legenda sactorum ("lo hay que leer sobre la vida de los santos"), que muy pronto fue conocida, simplemente, como Leyenda Dorada. Desde Juan Luis Vives en adelante, todo se ha escrito contra un libro sin el cual, demasiado a menudo, no sabríamos de qué tratan tantos cuadros de Hans Memling o de Carpaccio, sin contar con innumerables escenas de los pórticos de las catedrales góticas. Redescubierta hacia fines del siglo XIX, esa obra, escrita en un honesto latín de cocina con sus etimologías disparatadas y su ingenuidad de colores vivos e inolvidables, tan dignos de los pintores primitivos italianos, esconde, en sus poco frecuentadas páginas, un perdurable encanto.
 
II) Cuento agádico
La Agadá es un conjunto heteróclito de cuentos, fábulas morales, anécdotas, máximas morales, leyendas, episodios biográficos de las vidas de los sabios que, en la tradición hebrea, cumplen la función de transmitir enseñanzas de manera amena. Constituyen el material no legal del Talmud, pero no se detienen con él, ya que continuaron desarrollándose durante tres siglos una vez que el texto de aquél quedó fijado en el siglo V. Es en el Talmud, precisamente, donde figura el cuento reproducido aquí.

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